Los textos y las fotografías son creaciones surgidas por casualidad de mi cabeza :)

domingo, 22 de noviembre de 2009

Enséñame a querer una y otra vez.


- ¿Sabes? Tengo un pequeño problema, yo no se querer.
- ¿No sabes querer? Y... ¿cómo se hace para no saber querer?
- Es fácil. Cuando se han reído de ti miles de veces, cuando un hombre sólo te quiere para follar contigo o simplemente, porque cuando tu has dicho te quiero no te han creído, llega un momento que dejas de querer, por el simple hecho que no quieres volver a pasarlo mal, y dejas esas dos preciosas palabras, si las de un “te quiero”, para cuando de verdad estas segura de que esa misma persona siente lo mismo por ti. Sólo dices te quiero, cuando esa persona te lo ha dicho a ti, lo malo es que no te suelen creer, suelen decir eso de... “lo has dicho porque yo te lo he dicho, en realidad no lo sientes”. Odio no poder expresar mis sentimientos como me gustaría...
- Sabes que conmigo puedes expresarlos. Se que te cuesta decir te quiero, y que cuando lo dices es sincero y muy profundo. La gente que no te crea es imbécil, así, tal cual, por eso no debes preocuparte, yo siempre estaré a tu lado. Y a la cuestión de no saber querer, no te preocupes, yo te enseñaré a querer. Cada día te enseñaré como quiero yo. También hay que tener en cuenta que depende de la persona quieres de una manera o de otra, pero yo te enseñaré como te quiero yo a ti. Si pudiera, cada mañana me metería en tus sábanas y te despertaría a besos, lo haríamos durante horas, días incluso y jamás, si he dicho jamás, me podrías sacar de tus sábanas. Te llevaré a los lugares más recónditos de esta pequeña isla, y descubriremos, entre los dos, lo que es el amor de verdad. Porque tu, sólo tu, me encantas, y no voy a dejarte ir por las buenas. Así, que yo seré tu profesor sobre la asignatura del querer, ya verás, en esa materia soy el mejor.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Las sábanas huelen a amor


Es como un juego, ¿te acuerdas cuándo éramos pequeños? Todo era un simple juego, los problemas eran ficticios que cuando terminábamos de jugar desaparecían con el viento, y nuestra máxima preocupación era elegir a que debíamos jugar y convencer a mamá que te dejara jugar un rato más con tus amigos.
- Ese juego ya terminó hace años. ¡Espabila! ¡Reacciona! Tú te has empeñado en no crecer, y así has hecho, tu lo has conseguido. Pero te molesta que los demás hayan crecido y no se queden contigo, a tu lado, jugante a este complicado juego de la vida.
Eso era lo típico que te soltaba tu madre, ahora, ya se ha cansado de repetírtelo y digamos que no hay una muy buena relación entre tu y ella. Siempre te has querido salir con la tuya, y así es, siempre lo consigues.
Ahora yo también he decidido jugar al juego de mi vida. No voy a privarme de nada y lo he intentado miles de veces pero sola no puedo. No dejo de ver mis problemas diarios, no puedo volver a ser una niña, yo sola no. Por eso estoy aquí. No me mires así, me haces sentir mal... Creo que puedo permitirme pedirte esto. Se que no te he dado un gran discurso, pero no puedo seguir así, te necesito a mi lado, y siento que te voy perdiendo y no quiero.
¡Quiero ser una niña junto a ti! Ser niños y hacer cosas de mayores, como cuando jugábamos. Hacerlo cada día, como si fuera siempre la primera vez, y llegar juntos al orgasmo, y levantarnos cada mañana juntos, abrazados, entre sábanas que olerán a amor, cómplices de nuestros deseos.
Ahora dime tú, ¿quieres?

jueves, 5 de noviembre de 2009

Marrón chocolate


¡Oye, tú! Si, si, tú. ¿Te han dicho alguna vez que tienes los ojos más grandes y brillantes del mundo? Estaba aquí, y tus preciosos ojos me han deslumbrado, no te lo tomes a mal, ¡eso es bueno! Y no he podido evitarlo, tus ojos invitan a llamarte. ¿Crees en el amor a primera vista? Yo si, para que engañarnos, hasta hace un segundo no creía, pero tus ojos me enamoran, es más, ya estoy enamorado. ¡Es que son preciosos! Tu pestañear me encandila, con esas pestañas tan largas, tan perfectas. Y ese pequeño lunar debajo de tu ojo le dan a tu mirada un toque de interés, de perversión. Ese color marrón chocolate que invade el iris de tu ojo, dan ganas de comérselos. Son más que perfectos. ¡Espera, espera! No te vayas, sólo una última cosa más: ¿me dejarás soñar cada noche con la profunda hermosura que cabe dentro de tus preciosos ojos? ¿Por qué esa mueca tan extraña? Pues entonces, te pido algo más sencillo, ¿me dejarás enamorarme una y otra vez cada vez que vuelva a ver tus ojos?